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Una rodilla clavada en el suelo; no es una derrota, es el principio de la lucha.

Tenso mis músculos, escucho tu respiración, grito y avanzo.
No estoy solo, siento que estoy protegido.

Nunca llegué tan arriba de un solo salto, casi toco las estrellas con mis dedos.
Abajo la hierba y el barro se mezclan con sangre y sudor.
He caído. Busco tus ojos, ahora te toca a ti.

Los golpes hacen estremecer mi cuerpo, hasta el corazón parece a punto de romperse.
No me rindo; juntos siempre podremos avanzar un paso más.

Eres mi equipo, somos Titanes.
En el campo y en la vida.

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Ropa vieja

Que me perdone esa fantástica y tradicional receta madrileña, pero tengo la sensación de que vivimos rodeados de “Ropa Vieja”, estamos aprovechando y rentabilizando las sobras.

Ha reaparecido un garbanzo negro, el que se tizno en las Azores, para erigirse salvador de la patria. Ante la falta de liderazgo en el Partido Socialista, imagino a Rajoy descubriendo sorprendido que su mayor enemigo está en casa, escondido entre la verdura que sobró de su último cocido político.

la fotoEl pollo, la punta de jamón y el morcillo de ternera vuelven de forma artificial y forzada al debate social. La religión vuelve a ser evaluable en el currículo de nuestros estudiantes, un sabor “viejuno” de otras épocas y de otros “regímenes”. Es increíble tener que recordar a estas alturas que vivimos en un país laico. Si en lo económico gobiernan los banqueros, en lo social reina la Santa Madre Iglesia. Y se ha empeñado, a través del Ministro Gallardón, a imponer su receta antiabortista. Tengan cuidado porque la cebolla cruda hace llorar y repite.

En el fondo del paladar continúa el sabor agrio del recurso a la ley de Matrimonio Homosexual, una realidad aceptada por la mayoría de la sociedad española. Pero en este país, ya saben, hay estómagos a los que les cuesta la digestión del progreso.

Hay cocineros que intentan realzar los sabores, otros sólo buscan enmascarar el chorizo picante fabricado en Génova o en la Junta de Andalucía. Quitarle presencia al pimentón de infantas sospechosas o dar todo el protagonismo a la tarta nupcial de una boda subvencionada.

Cuando el aceite de oliva sabe a colza, el ciudadano ya no se mete la cuchara en la boca. La política ha perdido toda su credibilidad, ha desconectado absolutamente de la realidad social, no se ocupa de buscar soluciones reales a esta difícil situación, pierde talento nacional y ni siquiera intenta buscar un gran pacto de Estado.
Necesitamos una nueva receta.

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¿Casco, coche o bicicleta?

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¿Quieren una mayor seguridad para los ciclistas? Construyan más carriles bici y conéctenlos entre sí. (Ej: el Anillo Verde de Madrid no tiene conexión con los carriles de Villa y Ensanche de Vallecas)

¿Compartimos la calzada? Reduzcan la velocidad en las vías interurbanas de los coches y pongan multas ejemplares.

¿Una ciudadanía saludable y ecológica? Promuevan políticas reales del uso de la bicicleta; aparcamientos en edificios públicos, posibilidad de llevar la bici en trenes de larga distancia…

Yo SIEMPRE uso el casco, pero el debate no es si debe ser obligatorio – no lo es en ninguno de los países líderes en el uso de la bicicleta. El debate es si estamos todos dispuestos a que el coche ceda espacio a la bicicleta.

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El éxito (la felicidad) está dentro de ti #MeDaLaVida

¿Qué es éxito? ¿Somos capaces de disfrutar del reto alcanzado? ¿Por qué nos planteamos rápidamente otra mejora? ¿Es la vida una sucesión de proyectos? ¿Tiene límite la ambición del ser humano? Aunque la búsqueda constante de ser mejores es a priori una cualidad positiva, normalmente está acompañada de la frustración, de nuestra incapacidad de afrontar la derrota, de descubrirnos persiguiendo sueños de otros, incluso del deseo de un niño envidioso.

El éxito profesional es tan importante como el personal. El primero nos completa como personas, nos hace sentirnos útiles, plenos. El segundo llena nuestra vida de pasión. Pero el ÉXITO es mucho más.

Siempre pensé que ser una persona de éxito era la suma de talento, formación, trabajo y una pizca de estrella. El taller de “El Código del Éxito” de Fernando Álvarez le ha sumado el poder de las pequeñas decisiones, la importancia del equipo, el pensamiento y el lenguaje positivo, una actitud valiente, la fuerza de las emociones, la valentía de descubrir que andamos en sentido contrario o que volcamos nuestro esfuerzo en lugares equivocados.

"El Código del Éxito" Abril 2013 - Foto realizada por Elisa Tcach

«El Código del Éxito» Abril 2013 – Foto realizada por Elisa Tcach

Descubrí como un grupo de desconocidos regala al más débil su ánimo, su apoyo incluso su energía de superación. Todos los que asistimos a «El Código del Éxito» hemos cambiado. Algunos rompiendo muros sencillos; atreviéndose a liderar, levantando la voz, parándose por primera vez a descubrir sus anhelos o simplemente reconociendo aquello que superó y que pensaba era imposible.

Pero el más importante fue sin duda el que se produjo en nuestro interior. El código no es más que descubrir no las respuestas necesarias sino las preguntas adecuadas.  Es difícil describirlo con palabras. Sólo sé que este es el principio y que yo ya no sobrevivo.

Me da la vida y me la voy a merendar. ¡Atrévete!

PD: Tengo que dar las gracias a Fernando por dejarme forma parte del principio del cambio. A Sergio por su conexión en 10 milisegundos. Y a todos y cada uno de los asistentes al “Código del Éxito”, fuimos pequeñas piezas de un puzle que nos cambiará para siempre. Ese es el reto.

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La revolución social a un par de clics

Estos días nos han bombardeado en televisión con un anuncio de una conocida marca de refrescos en el que las sillas confiesan su intento de dominar el mundo. La genial campaña publicitaria nos anima a levantarnos para luchar contra el sedentarismo y practicar deporte. Me pareció una buena metáfora del actual inmovilismo de gran parte de la ciudadanía. Recordé “la apatía de la pobreza”, aquella que observé y comprendí en mis viajes a países en vías de desarrollo. Una parálisis de ideas y acciones producida por el hartazgo. Siempre después de grandes esfuerzos, de muchas batallas perdidas por mejorar la realidad, de asumir a la fuerza que nada podía cambiar. La llegada al límite de la indignación.
Aquí en el primer mundo, nos sentimos reforzados por nuestra condición de ciudadanos con derechos. Ante una injusticia, nuestras primeras reacciones son un discurso elocuente alrededor de un café, un desahogo verbal con nuestra pareja o buscar que nos refuerce el enfado ese amigo de toda la vida. Si nos volvemos a encontrar esa piedra en el camino trasladamos nuestra indignación a las redes sociales. Si la injusticia no cesa, descubrimos a otros con nuestra misma causa. Nos organizamos, nos movilizamos, nos manifestamos, nos concentramos… y tomamos las calles. Una y otra vez. Y otra vez. Millones de voces. Todas caídas en saco roto. La resignación llega de inmediato.
La ciudadanía ha dejado de creer en las instituciones. Ha comprobado en primera persona que los instrumentos de participación no funcionan. Ha sido testigo de la toma de decisiones en contra de la mayoría. Ha comprobado que las iniciativas populares, las que más fuerza deberían tener en un país democrático, han perdido su valor.
Cuando tu indignación ya no puede crecer más se desinfla. Pero está latente en tu interior. Preparada para cuando decidas levantarte y abandonar la silla del inmovilismo. De la apatía de la resignación a la revolución social hoy sólo hay un par de clics.

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¡Váyanse a China!

Miró hacia China. Dieciséis canales de televisión manejados directamente por el gobierno. Dedicados a la propaganda de un régimen que se protege a sí mismo. Privando a sus ciudadanos de cualquier información que se salga de la rígida línea oficial. No hay argumentos diferenciados, ni posturas encontradas, ni enfoques diferentes ni debates. Sólo hay una línea continua, como en el monitor de alguien que ha perdido la batalla de la vida en una sala de urgencias. Estoy seguro que en China tendrán también sus duques “empalmados”, sus tesoreros con cuentas en Suiza, sus EREs irregulares, sus espías políticos o su mala gestión económica. No verán la luz.
Los últimos acontecimientos en España nos demuestran que los que se creían por encima de la ley y de la justicia nunca conseguirán escapar de la opinión pública y publicada. Los políticos de nuestra democracia protagonizan ruedas de prensa sin preguntas, imponen el guión para conceder la entrevista, presentan su proyecto como única posibilidad, ignoran los argumentos del contrario y califican de terrorismo mediático la pregunta incomoda. No sería necesario que medios y ciudadanos exigieran responsabilidades, si la clase política no hubiera relajado en extremo su moral. Yo les invito a irse a China.
Con sus diferentes ideologías y líneas editoriales, los medios de comunicación españoles en su conjunto, se convierten estos días en los únicos garantes de la verdad, la libertad y la democracia. Pero tomen con cautela todo lo que lean. Afinen el oído y habrán bien los ojos.
Un demócrata tiene que acercarse a la información con una visión crítica. Desconfíen del que inventa palabras para evitar reconocer la verdad. Si la respuesta es un “y ellos más”, evacuen. Huyan del que defienda sus argumentos gritando. Busquen entre la amplia gama de colores que se encuentra entre el blanco y el negro.

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Vaso colmado

Llevo semanas intentando imaginar “¿qué haría yo con 22 millones de euros?”. Y la pregunta se repite en mi cabeza. Mis neuronas no procesan este tipo de cifras. Tal vez, el ciudadano medio esté programado para ni siquiera imaginar tal cantidad de euros. Dejando a un lado responsabilidades judiciales, el caso Bárcenas es la puntilla que termina de destrozar la imagen de la política en nuestro país. ¿Hablamos de confianza?

Algunos de nuestros gobernantes, los de antes y los de ahora, nos han llevado a la ruina, han rescatado bancos y no personas, han despilfarrado dinero público y han ejercido la austeridad y el esfuerzo sólo en aquello que afecta directamente a la clase trabajadora, al ciudadano medio. Con sólo sumarle la corrupción, la fórmula es explosiva.

Hay más; sobres sin destinatario oficial, el presidente de una rescatada caja de ahorros que multiplica por 30 sus dietas, una Casa Real que devuelve 27 de sus 72 coches oficiales, una analista fantasma que ganaba 3.000 euros –de dinero público-  por artículo o un consejero madrileño con 1.6 millones de euros “opacos” en Suiza. Voy a emigrar al país helvético.

¿Seis millones de parados en España? Imposible. Aquí se genera empleo y del bueno. Rodrigo Rato, “el artista de Bankia”, ha sido fichado por Telefónica como nuevo Consejero para Latinoamérica y Europa. A nosotros cuando nos despiden por incompetencia sólo nos queda la puerta de salida, ellos tienen la giratoria. Elena Salgado en Endesa, Marcelino Oreja en FCC, Javier Solana en Acciona o Abel Matutes en el Banco Santander.

 

¿Cómo quieren que no desconfiemos? Entre el “no me consta” y el “y tú más” nos descubrimos desamparados. ¿Queda algún referente en pie?

Tenemos a un adolescente de 18 años con tupé y una polarizada mujer “rompe-esquemas” de 26 años. Estos días Justin Bieber y Lady Gaga compiten por el trono de Twitter en los treinta y tres millones cuatrocientos mil seguidores. Aquí tienen los únicos “referentes” de nuestra sociedad que siguen de pie. Por ahora. Me voy a bailar el Poker Face.

 

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364 días para mover el foco

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Con la irrupción de las redes sociales y la brutal democratización del mundo on line, la hegemonía de los medios de comunicación tradicionales ha terminado para siempre. Hace unos años eran muy pocos lo temas impulsados por la ciudadanía que conseguían llegar a las televisiones, radios y periódicos nacionales.

Hoy en día, la agenda social de un medio se nutre significativamente de la información constante que se genera y se impulsa desde blogs y redes sociales, gestada por ciudadanos de a pie.

Tenemos el poder de mover «el foco» y sumar a nuestra causa adeptos «no digitales», todavía una gran parte de la población mundial. Una gran concienciación social y el titular mediático conseguirá el interés, aunque sólo sea por motivos electorales, de nuestros dirigentes políticos.

Se culpa a los medios de comunicación tradicionales de no dar espacio a la solidaridad y la cooperación. ¿Pero cuanta gente consume esta información? ¿Cuántos twitteros o blogueros mueven el foco en esa dirección? Somos muchos… ¿Pero suficientes?

Solidaridad 2.0 ha vuelto a pedirnos a todos que movamos «el foco» hacia Haití, tres años después del terremoto que arrasó uno de los países más pobres del mundo.

El «foco» pesa más que nunca. La crisis económica en España y Europa, su impacto directo en la vida de las personas, los dramas sociales diarios en forma de paro y desahucios no sólo se llevan la luz y los taquígrafos, también potencian el «nacionalismo humano». La solidaridad deja de basarse en necesidades y dramas; se convierte en un asunto de banderas y nacionalidades. La conciencia solidaria se queda en casa y los países que viven en una constante crisis, como Haití, quedan huérfanos de derechos humanos.

Tenemos por delante otros 364 días para mover «el foco». Hoy #SomosHaití ¿Y mañana…?

(Fotografía: El programa Hora 25 de la Cadena SER en directo desde Haití.)

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Razones para el optimismo

Este nuevo año se presenta viejo. Será un año de achaques, de continuos resfriados, de dolores de espalda y riñones, de migrañas y fiebres altas. El horizonte que tantas veces hemos querido ver o inventar no tiene fecha ni forma. Ni brotes verdes, ni capotes de la Virgen ni rezos al altísimo. Dios hace mucho tiempo que nos abandonó a la suerte de banqueros y políticos deshumanizados.

¿Quién nos iba a decir hace sólo un año que a estas alturas seguiríamos hablando de macroeconomía, prima de riesgo o rescate? Las recetas – y no hablo de las que vamos a pagar a euro – no están funcionando. Y tirando de fe, que poca me queda, podemos creernos el nuevo dogma repetido hasta la saciedad; “nos estamos preparando para salir de la crisis”. No sé si han recortado también en neones o que la actualidad informativa me lleva siempre a un callejón oscuro. Y aunque reconozco que me cuesta me he decidido a buscar señales de optimismo.

Situaciones como las que vivimos hoy sacan lo peor de nosotros mismos, pero también lo mejor. Quedémonos con los cientos de voluntarios que han repartido comida y sopa caliente en las calles de nuestra ciudad, con aquellos que han acogido en sus propios hogares a familias desahuciadas o con esa abuela que ha estirado su pensión para mantener a hijos y nietos.

Reconozcamos a aquellos pequeños y medianos empresarios que a base de esfuerzo, horas e inventiva están manteniendo puestos de trabajo. Y a esos empleados que han entendido que es el momento de arrimar el hombro. A aquellos que están innovando, buscando nichos de negocio, mejorando su producto o incluso creando nuevos proyectos empresariales de éxito.

Valoremos el trabajo de voluntarios y la aportación de miles de familias a organizaciones que atienden las emergencias sociales de aquí y las de esos otros lugares del mundo donde la crisis es permanente. Mira a tu alrededor, seguro que encuentras razones para el optimismo.

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Criptografía escupida: Tocamos fondo y se hundió el suelo

No he conseguido soñar despierto. Tengo los pies hundidos en el fango. Cada día me encuentro a más gente andando en dirección contraria. Anoche se me olvidó poner el despertador. Busco optimistas con argumentos. Las arrugas miran al futuro con miedo. Siempre encuentro ese semáforo en rojo. Ya nadie busca brotes verdes. He encontrado un chicle en la suela de mi zapato. Prefiero un tecnócrata que un vendido. Sanidad, educación y cultura son sólo mercancía. Los duros se cambian por pesetas. El fraude es deporte nacional. La tijera siempre esquiva la seda y el cachemir. Lo público es un artículo de lujo. Nunca olvides que abrazarnos es gratis.

Ese horizonte se ha quedado a oscuras. En la carnicería venden bonos basura. El contenedor se ha convertido en despensa. Cambio herencia recibida por austeridad suicida. Tendría que haber aprendido alemán. Los ladrones tienen cheques en blanco. Atraco a punta de corbata. Una soga para evitar la calle. No se necesita rescate para el cadáver. Sobran techos y desahuciados. ¿Es la locura un eximente? De vecino a mendigo. Si dejas de tener sensibilidad social te conviertes en tirano. No es un problema de modelo, es de miradas. Las mentiras tienen los ojos abiertos. Ayer dije que hoy es mañana. La mayoría silenciosa es cómoda pero está inquieta. Me he puesto delante del foco. Yo no tengo nada que ocultar.

Las partidas de ajedrez no se juegan con personas.  El jaque, ahora es al yerno. Ni un solo cuchillo en la boca. Tal vez muecas. Palabras gruesas para reacciones incómodas. Conceptos inventados para no reconocer realidades. Algunos creen que el derecho a decidir está por encima del derecho a vivir. El frío ha llegado a Madrid por la izquierda. No necesitamos que nos españolicen. Es más fácil encontrar empleo que honradez. Este diálogo es de besugos. ¿Tú a que secta votas?

Tocamos fondo y se hundió el suelo.

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